jueves, 21 de mayo de 2009

Navidad atípica en su punto más álgido

Por Fabián Ávila

Son las 12 menos 10 AM y yo solo como un perro, aislado en este cuarto oyendo sin escuchar el radio (con la TV encendida sin poderla ver), no sé qué quiero, me siento despreciable con esta terrible enfermedad, escuchando cómo explotan los cohetes de la iglesia que parecen burlarse de mí como si fueran carcajadas demoniacas, zumban y zumban en el cielo craquelado de tanto humo, torturándome y torturando a las nubes iluminadas por una luna llena, la luna de las brujas.

Pronto será el nacimiento del nazareno y yo con esta pasmosa enfermedad quisiera morir en el preciso instante en que el nazca, quisiera reír por su nacimiento pero no me interesa, no puedo sonreír, para mí es como si naciera un perro, es una fecha horrorosa: es como si naciera un moustro dominante que me atará a su lado.

¿Por qué? ¿Por qué este suceso evita pueda tener a la mujer que amo bajo mi yugo? ¿Por qué tengo que gemir? Se me empiezan a nublar los ojos, todo se burla de mí, la visión se me duplica, no puedo más y comienzo a vomitar siendo las 0:00 exactamente, vomito, escucho por todas partes que dicen ha nacido, ha nacido, y sigo vomitando, sin voluntad —esos hijos de su puta madre— ya no puedo más haaaaaaaaa¡

Y de pronto, ella aparece con gabardina negra, zapatillas, y en los labios carmesí, sangre de cristo en una mano, y condones en su bolsa de piel. Despidiéndose de la gabardina deja su cuerpo desnudo, dice: ahora sí pendejo te llegó tu navidad, vengo hecha un demonio.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Poema de Marisela Ríos