domingo, 5 de febrero de 2012

ERAN LAS 3.5 ADOLFO CASTAÑÓN

Por Roberto López Moreno

Eran las 3.5 ascensiones de Richter;

vinieron a informar a la ciudadanía

que el poeta había muerto.

¿Cómo decírselo ahora a sus poemas?,

¿cómo decirle al aire en el que vuela?,

¿cómo al agua?,

tienes razón Adolfo, ¿cómo?

Tú me presentaste con él, ¿te acuerdas?,

Casa de los Azulejos: “el es Roberto López...”

y yo tendí mi mano hacia el centro en combustión

de mis blasfemias.

Una cosa es hablar de la llama

y otra hablarle a la llama.

“El es Roberto López...” y la calle Madero

fue colibrí nocturno de mi anfracto calendario.

Eran las 3.5 de Richter, Adolfo Castañón,

unas horas antes

la llama de Mixcoac se había elevado sobre el valle,

se había hecho aire de abril,

sur de domingo,

y nosotros pupila absorta frente a la transparencia.

Eran las 3.5

y era la eternidad que nos rozaba.

lunes, 26 de septiembre de 2011

La Luna y el Sol

Claudia Palafox Mondragón

Crepúsculo

Cual la luna,
la luna llena que destruye la oscuridad y seduce al hombre,
destruyes,
tú así las desdichas que residen en mi clarear.
Así como la luna ―perpetua industria cósmica
inmutable― permanece pendida del manto negro de la noche,
tu recuerdo permanece prendido a mi piel.

Cuestan infinitesimales fracciones el decir adiós
y centurias olvidar aquella simple expresión,
pero más cuesta aprehender la idea de una pasión inexistente.
Desdén con mascara de amor,
dulce hierro, mas letal tormento.

Cual la luna,
que cambia constantemente,
que en ese giro tortura a las olas del mar
así lo hace tu simple albedrío
triste es sucumbir ante un capricho
y pedir a la ventura un instante más.

Un instante basta a una saeta para romper al viento sus moléculas.
Si un instante me bastó para amarte
y a ti un medio para olvidarme;
permanezco llana
con un mar de furores entre las manos.
Y tú, inextinguible cual la luna,
satélite altivo, jamás bajará del infinito.

Me entrego ahora al dios Baco,
le confieso mis añoranzas
y le susurro al oído el verso
que a tu entendimiento fue incomprensible.
Desvarío solemne que me otorga mundana poción,
realidad convertida en quimeras
entrando en un ensueño para decir adiós.
Como la barca al puerto,
como al sosiego el marinero.

Es ocasión de éxtasis,
de inventar tu aspecto recorriendo el arrojo de mi geografía.
La marea no ignora el menguar de la luna…,
siniestro ardor pertinaz.

Así es la mía:
violenta materia prohibida,
humedad que el desamor circunda
y el recuerdo alimenta.
Volver a la soledad,
retar al mar
a que detenga sus indómitas aguas,
que es como poderte olvidar.

Como la luna nueva
volver a la oscuridad
y en medio de ella quitar la mascara que cubre el antifaz.
Te mostré lo que había debajo del disfraz.
Tu conclusión: Unidad carente de valor
nardo huérfano de olor
nave sin timón
sepulcro forjado de devoción.

Fugaz y usual aventura,
cual la travesía del pirata.
Mentira silenciosa.
¿Así es como me ves, cazador de la mundana exquisitez?
Orgulloso como el león.
Persuasivo como el licor.

¿Y yo?
Morir de hervor como el fénix
para renacer de nuevo más valiente,
más artera, carente de anhelo.
Cual la luna,
esperando siempre la llegada del sol.
Como la luna llena adorada por vampiros y dragones a través de los tiempos,
esperando siempre la llegada del sol ―necedad insigne―,
al astro rey proveedor de calor.


Atardecer.


Miro hacia el infinito afuera, en vano.
Para no encontrar nada, para desear volver al claustro.

¿Prisión? ¿Encierro? ¿Mazmorra?
Antes, celda de pasión,
cobijo que busco en el frío atardecer.
Calor y desasosiego.
Prenda ardiente que envuelve mi entrega,
extirpándome del mundo.

Acido Venus, encarcélame, átame a este exilio
y no me dejes salir jamás.
Construye mi morada en el desvarío
de mis muslos y mi corazón,
en el humedecer exquisito del lascivo amor.

Vivir en sus manos,
morir en sus brazos,
atardecer en sus labios y en su mirar.
Arranca, centauro,
mi razón de la materia tangible.
Regálala al viento, mírala desvanecer en una caricia,
en un suspiro de mi sentir y mi delirar.
Átame, háblale dulcemente a mi demencia y poséela.

No me dejes partir,
recorre el arco de mi espalda hasta perderte en la profundidad de mi locura.
Líbrame del sueño fálico que envenena la ya decreciente castidad.
Hazme el amor mil veces.
Y luego llámame como quieras, simpatía, incidente, ensueño, ternura, amor, atadura.

No existe fin para mi declaración de pasión.
No hay seductor ―aun el más perfecto, apasionado e impetuoso―,
que robe de tu pertenencia el anhelo de mis sueños de lubricidad.

¿Quién esta en tu lecho?
Nadie que te exprese la mitad de mi fervor.
¿Venus? ¿Afrodita? ¿Tu fantasía más erótica plasmada en una mujer?
Poca cosa, vanas quimeras,
ente terrenal que no supera mi sustancial y etéreo holocausto,
que no hiere mi fanatismo profano.

No robaré más minutos a tu tiempo,
no volverás, tú lo has dicho.
Y cual esclava al amo, me someto.


Alborada

Un dulce eco entra por mis sentidos.
La luz, que por momentos ciega mi vista
ilumina el sendero delante de mí.
Ha llegado la aurora,
momento para volver a vivir.

La brisa matinal recorre mi piel.
Camino ―tal vez sin itinerario―, hacia el porvenir.

Hoy me nombraré fuego nuevo,
santuario edificado sobre cenizas.
Cisne que abre sus alas para darse al vuelo,
para llegar más lejos,
más lejos de lo que nunca soñé.
Para cruzar las montañas más indomables.
Para recorrer el mar legua por legua.
Para recoger pétalos de rosas
y embrujar al áspid con mi cautivar.

La bóveda celeste me regala una danza de estrellas.
Marte, el guerrero invencible,
me entrega la saeta con la que venceré en cualquier contienda.

El caer solo esta hecho para levantarse.
El morir es subjetivo:
Acto de cambiar de universo ―a mi filosofar.

Instante es de buscar
el dulce elixir del amor sin fin.
El poderoso conquistador azteca
el legionario ario de embriagante batallar
el consorte que regale dulces palabras a mi oído
y haga de mi cuerpo, la ermita
o el viajero sarraceno que me ha de extasiar con el poder de sus ojos negros.

Como la luna llena
no he de perecer jamás.
Como el sol ardiente,
mi corazón vivirá por siempre.

Caminarás senderos y traiciones
y harás del artificioso elogio la gloria.
Coleccionaré instantes
y haré de la realidad la victoria.


Amante mío.

Amante mío,
ven a mi lecho y alimenta mis fantasías.

Tenaz deseo,
abandona prejuicios y fantasmas,
y descubre en mi alma,
un sinfín de deleites.

Amante mío,
ven a mi lecho y hospeda mi piel en tus brazos.

Cual perfecto Adonis,
despiertas ensueños perjuros y pasiones.
Te miran las constelaciones,
envidiosas de la luz de tus ojos negros.

Te miro yo,
con firme avidez.
Te amo yo, con mi ternura y maldad.

Ojala hubieras llegado a mí cuando aun eras libre,
ojala la noche traiga hasta mi aposento,
el hechizo de tu piel de cacao y aguardiente.
Que tu aliento viaje con el viento,
cual albatros a través del océano
hasta mis labios llenos de deseo.

Desdeñoso y ácido mortal,
te miro pasar desde mi alfeizar,
y te adoro más
y te sueño entre mis piernas y mis besos.

No huyas más del destino que nos ata,
que menester vital es recorrer todo tu cuerpo, braza por braza.


Amante mío,
eres ahora principio y fin,
maldecido por el sol,
adorado por la luna.
Eres pecado que redime.



El nardo y la Rosa

¿Cómo puede el desdichado nardo,
con su perfume funesto,
compararse con la hermosura exquisita de la rosa
y su seductor aroma que embelesa?

¿Acaso la caprichosa luna con su destello de plata
podrá ostentar la belleza sublime de la bóveda celeste,
infinita e Inundada de estrellas?

¿Puede el albatros errante,
soñar con la delicadeza y gracia
del cisne blanco que abre sus alas?

¿Aspiraría infructuosamente la ardiente Tosca,
a poseer las blancas carnes de la divina Roxana?
¿Sus ojos azules como el cielo,
su facción inmaculada de querubines?



¿Sería algún día,
por simple antojo del azar,
el crepúsculo portador de oscuridad,
de soledad y horror
como la codiciada alborada?



Ni el día en que los ángeles toquen las siete trompetas
ni el día en que se libere a la bestia
tendrá el quetzal el canto del ruiseñor,
que es Anfiteatro de la primavera e indicio de amores

El nardo es atavío de funerales,
la rosa gala de pasiones,
la luna, antigua inspiración para los poetas,
la bóveda celeste hermosa revelación de estrellas.

El albatros cómplice de marineros
el cisne, encantador espectáculo para la nobleza
Tosca una concertista
Roxana la encarnación de lo delicioso


Eludirán los pueblos el crepúsculo,
sólo atractivo a seres extraviados.
La alborada será siempre preciosidad
que trae consigo el sol.

Y yo seré siempre nardo,
luna, albatros, quetzal y crepúsculo.
Y tú ansiarás el perfume seductor, las estrellas, la belleza.
Porque nadie puede amar el crepúsculo,
porque ella es cisne, rosa y alborada.

viernes, 22 de julio de 2011

Mi alivio, tu tortura

Por Úrsula Alanís Legaspi

Me empapo del agua que brota de tus ojos para conocer el misterio de tu esencia. En cada lágrima se refleja tu rostro entrelazado con el mío.

Mientras contorneo tu silueta con mis húmedas palmas, pienso que semejante imagen debería sobrevivir en la memoria del mundo, en ese que a veces parece ser demasiado ordinario para ambos.

De la boca del diablo que me protege, brota un humo denso color asfalto que asfixia las voces desesperadas que intentan frenar mis ideas criminales de hacerte daño.

Convencida de que al escuchar tus lamentos de dolor podré perdonar a la mala suerte que me ha perseguido desde mi nacimiento, poco a poco comienzo a idear la estrategia que te llevará a sufrir conmigo.

Después de tanto pensar, decido arrancarte trozos de piel y bañarme en tu sangre para sentir tu calor interior… mi cuerpo ya huele a muerte, a tu muerte…

Herido de pies a cabeza, me tomas de mis largos y oscuros cabellos, para llevarme al rincón de las bestias que vorazmente se alimentan de los recuerdos de los débiles. Aunque peligro ante tal escenario, me dejo llevar por tu alma desgastada.

Un monstruo de diez ojos y cinco bocas respira detrás de mí en señal de bienvenida. Me abrazo a ti para no caer en el abismo de la angustia, y a la par maldigo el momento en el que decidí pactar con los demonios de la luna, la purificación de mi alma a través de tu tortura.

jueves, 14 de abril de 2011

Un poema de Francis Mestries

LOS DOS JINETES


Al fondo de mi sueño hay un campo baldío

En un arrabal de ciudad desollada

Bajo una luna gélida

En su claro hay un jinete de armadura

negra al oriente

Y un jinete blanco con la espada en alto

Al poniente

Y presiento el despeñadero de los cascos hacia mí

-toque de queda redoble de metralla-

Y no existe la huida porque la tierra

Es lápida de cemento a mis pies

Pues extravié mis pasos en una estrella extinta.


En mi país la espada y la pared han cavado

Gemelas sepulturas

En mi país lo blanco es negro y lo negro es blanco

El canalla es honrado y el justo ajusticiado

Estallan pústulas donde quiera que le toques la piel

Escurriendo resentimiento

Y erupciones de ira

En mi país danza una zarabanda endiablada

Mictlantecuhtli

Sobre ojos vidriosos polvo de huesos

Y cuerpos-costales rotos en carretada

Y su pareja Tlaltecuhtli emergió del abismo de los siglos

Para tocarle con su flauta de tibia

Y su hocico de dientes pelados.

Agita su falda de calaveras

Y con sus garras va escombrando cadáveres

La afanadora de la tierra

La devoradora del disco solar.

De tu boca sale el ombligo que nos nutrió en tu seno

¡O madre feraz y despiadada!

Tus hijos andan dispersos y errantes

Tras inexistentes milpas y espejismos de pirita

Mientras los conquistadores de hoy

Montados en sus corceles de oro

Van derrumbando este país con furia ciega

- toque de queda redoble de metralla-.

Aún en la más negra noche

Cuando no queda ni uña de luz macilenta

De esperanza

De pronto un destello

Un diminuto parpadeo

Llama de vela en un ataúd

Asoma una estrella lejana

Como farol boreal en la tormenta.

lunes, 21 de febrero de 2011

Dos poemas de Carlos Alberto Cárdenas

ESCUCHANDO A LOS RED HOT CHILI PEPPERS PIENSO EN TI Y EN JIRAFAS VERDES

Me pierdo en mí, en mis recuerdos, en esa canción que no dejabas de cantar con tanto ahínco aunque no sabias que rayos decía.

Abro mis heridas para que salgan rencores, reproches, pus y jirafas verdes.

Era tu niño y tú eras como mi madre, el saberte cerca, segura, mía, sólo mía, me hacia fuerte, fue tan duro seguir mi camino sin que estuvieras a mi lado, cruel como sólo la vida lo puede hacer.

Crecimos, descubrimos el mundo, construimos nuestro paraíso, encontramos el secreto de la luna, tú creyendo ser hippy y yo queriendo ser tú.

Eras mi heroína y yo un fanático tuyo, yo descubría la poesía en mi y tú la filosofía, nuestras locuras brillaban con la fuerza de cien mil dioses, yo abandonaba la vocacional, y tu adoptabas la poesía y la ternura de una flor.

Me perdía en el infinito y tú en tu dolor, pensábamos que el mundo era estúpido y que tenía el placer de tenernos aquí.

Para que querer al mundo si te tenía, estúpido como hombre y animal, encerraba mis deseos en una simple guitarra mal afinada y tú explotabas mis sueños, ten mis manos, mi arte, mi aire, ten y disfrútalos, ¿más, quieres más?, llévate mis discos y pinceles, mi locura y soledad, a mi terapeuta y un amigo.

Arráncame la piel, los ojos, la mente, clávale el diente a mi corazón, no te bastó el mundo que te di.

Te fuiste sin poder decirte adiós, regresaste y te llevaste mi paz, exprime mi alma hasta la última lágrima, ¿qué más quieres de mí?, ¿no te bastó mi mundo, mi piel, mi esencia?

A lo lejos escucho esa triste canción, regresaste, quiero pensar que regresaste, que fingirás otra vez lo que fingiste ser, pero esa puta jirafa verde que sube el volumen me dice que me olvide y prenda fuego a la casa.


GURÚ

Disimula su miedo al tiempo, fruto maduro, flor de sol, viene, corre, ríe, vuela, se enfurece, arrebatadora, sensual, simple, alegre.

Me asusta este sentimiento, parezco un niño de primaria enamorado de su maestra, contabiliza mis sueños, hace ajustes en mi esperanza, flota entre mis desvaríos y mis mañanas de resaca, dedicada, coqueta, frunce el ceño y me abraza,

Sal de mi, sal, por favor, recógeme, acúname en tu pecho, arrúllame, anestésiame el corazón, no quiero sentirle cerca, espere, sólo un poquito, arráncame la vida, las letras que aún no escribo, estrélleme contra el pizarrón y pinte sus deseos con mi sangre, escuche, sienta, olvide esto y mejor dígame porque no me cuadran mis cuentas.

jueves, 3 de febrero de 2011

Un poema de Marlene Herrera

LA RAZON DE MI VIDA ERES TÚ (parte uno)


Los eternos momentos que has penetrado en mi ser

En este ser que solo me tienes conquistada por ti

Tu sola presencia irradia luz interior

Tu sola presencia penetra en mí en

El sol

El calor de esos sentimientos

Que son a flor de piel.

A flor de piel.

Estas son las melodías de mi corazón a tu alma

A tu tesoro interior.

Y esos magníficos colores atados a ti

Y cuando te vi me enloquecí, cuando te vi llore de alegría

Todo es más fácil ahora ya que te tengo enfrente de mí.

Quiero conquistarte, quiero elevarte a lo más alto del cielo.

Y cuando estas cerca de mí, con la historia amorosa descrita en esas páginas blancas

Que ahora son paginas solo nuestras, solo nuestras.

lunes, 31 de mayo de 2010

La Televisión

del libro ENSAYOS Y POEMAS DEL MÉXICO DECADENTE.

Por Fernando Díaz Ziehl

Alta definición y sonido envolvente,
por cable, infrarrojo o satelital,
cine, teatro o comedia,
farsa, circo o telenovela,
ya nada escapa a sus fauces
a México entero se lo tragó.

De ser instrumento de insana diversión,
al poder absoluto ascendió
y es ahora: asamblea, supremacorte y elección
juzga sin ser tribunal y sube o tira gobiernos
con calumnia o con remiendos
hace su voluntad.

Los ineptos políticos ya le hicieron el juego
y el trabajito;
y ahora se pelean la entrevista
por Adela o por la micha, o
por lo menos la desdicha
de una cápsula oficial.

Y el vidente y el oyente
asimilan todo sin selección,
lo mismo la analfabeta telenovela
que chismes, trucos y engaños
bajeza, fútbol y degradación
prostitución, perversión y fanatismo;
coloniaje, invasión y transcultura;
que van dejando secuela y
daño a toda una nación.

Se bombardea al televidente
con los anuncios mas extravagantes
haciéndole pensar y creer que la ingestión
de un producto, le dará belleza, paz e intelecto
que de prieto a güero pasara por la magia
de pastilla, loción o ungüento.

Que beber un licor es un portento
de alcurnia y vida digna
y el condón ultrasuave el instrumento
del placer y el gallardo comportamiento.

Y si de política se trata,
el buen gallo será aquel
que se rinda ante el cuarto poder
que sonría a la cuatro(camara 4),
que lo maquillen
para el retrato y
que sepa ser alburero y soez.

Es tal el poder estupidizante
de la infame televisión
que es instrumento de represión velada
cuando para completar la jornada
del día o de la vida
se le administra sin medida
al niño que llora o al anciano
que declina.

Se le usa de compañía,
en la casa, oficina, hospital o negocio
y es una sana costumbre
mantenerla encendida
día , tarde y noche.

La familia se reúne
en torno al aparato
y ya no existe convivencia
solo una mansa audiencia
viendo, asimilando, obedeciendo,
soñando, copiando, comprando.

Los astutos empresarios televisivos
ya son Dones y Mercenarios
pueden exaltar o hundir personajes
y cobrar la factura al pueblo
que con gusto y sin repelo
habrán de sufrir el desvelo
de una magra transmisión.

Y están ideando la forma
de que la educación publica
sea elevada a rango
de microonda viciada
vendida y controlada
por Chapultepec y el Ajusco
y así completar el circulo
de cárcel, audiencia y dominio
de un pobre o miserable niño
que tuvo por mala suerte
y destino
nacer en suelo mexicano.

Y así sigue el ciudadano, de manera automática
encendiendo con el día la caja bruta
para conocer hasta la ruta
de ir a la escuela o trabajo
e ir contando las horas
de regresar al hogar
y así poder disfrutar
de la inmunda programación
que sin saber lo convierte
en ruin, ignorante e idiota.

Y si las fechas le infunden melancolía
grita con inconciencia palabras duras
como Independencia, Revolución, Educación,
Justicia o Bicentenario; y aun no concibe
que en el minúsculo control infrarrojo
está la solución:
solo basta pulsar la tecla roja;
la que dice: YA BASTA DE VER TELEVISIÓN.

Poema de Marisela Ríos